miércoles, 8 de junio de 2011

Las garras del niño inútil, Luis Mey

Pienso en qué es lo que más me gusta de este libro; no lo dudo: el tono, el ritmo, la pulsión. Pareciera que hablo de música; es como una ópera dramática en la que sólo canta el protagonista: Maxi, un chico que anda por los treinta y viaja al pasado, a sus años infantiles y adolescentes, a la casa donde vive con sus cuatro hermanos, sus padres y sus dos perros. La voz de Maxi apenas cambia a lo largo del melodrama, vuelve a ser la del niño que fue, de hecho es aquél por momentos, y se mezcla con la que será luego, de adolescente, y con la que es ahora; siempre con una intimidad sensible, de amigo, de hermano: “veni que te cuento mi drama” pareciera decir contando las escenas pero también comentando, tirando frases a lo Indio Solari. Todo está en presente, son los años 80 primero, luego los 90 .Uno viaja con él, cruzando la infancia y la adolescencia durante aquellos años infantiles de la democracia, en una casa de San Isidro que está entre Lomas, cerco de grandes casonas, y La cava, una villa mítica del conurbano. En ese paisaje nuestro amigo queda rezagado: discriminado por rubio en la villa, y por pobre en Las Lomas. Sólo le queda su casa, donde las cosas no van mejores: Su padre es un alcohólico, tirano, delirante y golpeador; su madre se da por vencida demasiado temprano; sus hermanos hacen lo que pueden. Siempre está el amor de los perros y un par de ángeles que llegarán en el momento justo. Tiene todo lo que tiene que tener una novela. Vaya, amigo, cómprela que se agota.

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