domingo, 15 de enero de 2012

La Virgen Cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara

Cleopatra, Cleo, es una travesti villera, médium entre la virgen y los negros, pasa mensajes
celestiales con fondo de cumbia, trae prosperidad a la villa, aleja a los chicos de la droga y a las niñas de los proxenetas.
Quity, la chica bien, culta, periodista que estudió letras, cae en la villa y se enamoran.
La Virgen Cabeza es una historia de amor, pero también de un recorrido de identidad, de la imposibilidad de entender la Fe religiosa, que brota donde no puede crecer más que miseria, la desigualdad sistémica, y el estallido…
Quity cuenta la historia tiempo después, y Cleo acota, las dos en la playa de la mansión que se
compran en Miami, cuentan ese recorrido pasado, desde que se conocen en la villa hasta que
estalla todo y un poco después que son millonarias…
Tiene vuelo poético, erudición, pasa de los arquetipos griegos a la biblia y a la cumbia villera, se deja llevar en digresiones que por momentos son árboles, hojas que caen despacio, y
se enredan en remolinos, se mezcla con basura, acelera, tiene sentido del humor, por momentos furia o ternura, pero siempre retoma el norte y avanza.
Para los que piden algo distinto a tantas cosas parecidas que se ven últimamente, una mirada singular y una forma libre, particular para meterse en donde nuestros escritores pasan de largo. Es verdad que Gabriela Cabezón Cámara es un descubrimiento.

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